Ser


Ser terrenal,
caer,
darse golpes contra el suelo.
Ser corpóreo,
sentir,
dolor,
placer,
mareo...
La vida en la Tierra
es muy extraña, eso creo.
La vida en los "cielos"
¿se extraña?
No creo.
Porque ser terrenal
se vuelve
lo único real.
Y vivir en los Cielos
¿es dejar de estar cuerdo?
Así oscilo
en una bipolaridad
que jamás se decidirá
por una sola opción de ser.
Por lo tanto,
sólo Soy.

Abandonada por las musas.


Estoy abandonada por las musas.
¿será posible?
¿O será que la pereza se ha apoderado de mi alma?
O quizás sea que la rutina se ha quedado cómodamente a mi lado.
O más bien, quizás,
sea que acaso
una leve alegría me ha llevado
a olvidar que es en el dolor
donde he perfilado mis mejores trazos.
¿Será que el poeta que habita en cada uno
no quiere soltarse de la angustia
para no dejarse perecer?
O acaso sea que para evitar la angustia
me distraigo creyendo...solo eso.
Las musas han venido,
aquí están,
sentadas junto a mi silla,
rondando en mi derredor
y acaso sea porque en la soledad
y en el disgusto
y en la tediosa monotonía
de un domingo que debiera ser festivo
me encuentro conmigo,
aquí,
tecleando
unas palabras al viento
que no habrá de llevárselas.
Porque para ello han venido,
para dejar que la escritura
haga nudo en esta desnudez del alma
que cada tanto acontece.

A Gustavo




Qué extraño debe ser
cumplir un año más sin estar despierto,
que afuera alguien celebre
mientras dentro...
¿Qué hay dentro?
¿Qué pasa hoy por tu mente dormida Gustavo?
Que extraño debe ser
soñar el sueño de una noche larga
y no saber si alguna vez
despertarás
y si al despertar
serás Gustavo todavía.
Tu mente ahora
vagará por las calles oscuras
de una ciudad furiosa
que te recuerda
y te espera.
¿Te veremos volver?
Seguro te veremos,
porque un hombre alado
extraña la Tierra.

(Escrita hoy, en el natalicio de Gustavo Cerati)

Palabras a mí mismo




Siéntate, querido amigo,
quiero decirte algo importante:
hoy quiero hablarte
desde lo más hondo de mis entrañas,
desde ese lugar recóndito
en donde habita
nuestro Ser más auténtico.
Quiero que sepas que al final del Camino,
cuando ya hayas recorrido toda la senda
y el final de esta vida se acerque
No habrá más...

No habrá más que las preguntas
trasuntadas en respuestas
no aprendidas de grandes libros,
sino de la propia experiencia.

No habrá más que el sabor
de manjares que tú mismo
hayas sabido preparar
al fuego de tus pasiones
cosidas hasta tornarse
más tiernas que la seda,
más nobles que el pan.

No habrá más que los licores
que hayas preparado tú mismo,
con la pulpa de tu Ser
molida por las decepciones,
triturada por los engaños,
convertida en el néctar
de tus ilusiones caídas,
de tus orgullos renunciados,
de tu vanagloria aplastada.

Pero entonces debes saber
que al final de esta travesía,
de este camino incierto
que llamamos nuestra Vida,
no habrá más...

Más que los abrazos dados y recibidos;
más que las palabras dichas desde el Alma;
más que los momentos de alegría compartida,
de tristeza acompañada,
de empeño transformado en logro,
de búsqueda transmutada
en el gozo del encuentro.
No habrá más...

Que gratitud hacia la Vida misma.
Y entonces la Vida
te recibirá nuevamente
en el corazón mismo de sus entrañas,
de donde viniste un día,
para transformarse en ese
que hoy eres
y que se busca a SI MISMO,
que quiere verse nacer
desde el centro mismo
de sus entrañas,
a dónde regresará
para formar parte
del TODO,
del que es sólo
una PORCIÓN SAGRADA.
Por eso ¡DESPIERTA!
que aún eres joven,
que aún tienes tiempo
de encaminar tus pasos,
para que ese tiempo no llegue
antes que te hayas DADO CUENTA
de lo verdaderamente importante,
para que no te extravíes
con espejismos fugaces,
para que no te afanes
con preocupaciones triviales,
para que discerniendo
como en un tamiz,
qué es qué en este caos
que nos rodea dentro y fuera,
puedas descubrir
los sentimientos nobles que te habitan:
EL AMOR,
LA CALIDEZ,
LA COMPASIÓN,
LA BUENA VOLUNTAD,
LA ESPERANZA
Y LA PAZ.
Para que puedas pasar por este mundo
dejando en él una huella
de tu ESENCIA,
esa que te habita antes de esta vida
y que dejarás como un perfume
aún después de haber partido.

A ti te hablo mi AMIGO,
que eres tú
y que soy yo mismo.


(Escribí este poema en ocasión del Día Del Estudiante y de la Juventud, en el año 2010, cuando una profesora del colegio donde me desempeñaba como docente me encomendara un escrito que dejara una enseñanza a los jóvenes. Esto nació de mi. Se los comparto)

El viajero estelar...


El viajero estelar se cansa,
a veces necesita una siesta
entre vidas.


Por eso, cuando su cuerpo
ya no responde a las exigencias del viaje,
deja el mismo, lo abandona,
para seguir su curso más liviano.

El viajero estelar tiene más años
que los que se cuentan de él por ahí.
Él sabe que su alma es tan vieja como su mirada,
mírala, ve dentro de ella y cuenta,
cuenta que su alma es más vieja
que las estrellas.

El viajero estelar no tiene amigos,
no tiene padres, no tiene hijos;
el viajero estelar tiene compañeros de Camino,
a los que ha visto más de mil veces,
en más de mil vidas,
con quienes ha vivido y a quienes volverá a ancontrar.

Por eso el viajero estelar,
cuando está cansado,
descansa y se apronta
para la próxima partida.
No sabe de adiós,
no sabe de despedidas,
porque esta es para él,
una entre miles
de esa hermosa aventura
que algunos llaman Vida.

Retorno a la Tierra

Hundo mis raíces en la Tierra que me cobija,

absorbo la sabia de la Vida

que me acuna en su interior.

Tomo y respiro el aire de la Naturaleza,

que me recibe en su verdor

para sostenerme.

Repliego mis brazos

y me abrazo a esas raíces,

desciendo a lo hondo

del latido de la Tierra.

Soy fecunda,

como fecunda es la Madre,

soy abrazo,

como me abraza la Vida.

Doy el calor,

que al calor he recibido.

Voy,

vuelvo.

Soy,

doy.

Instantánea




Contemplo ese rincón
en que el péndulo
en sus oscilaciones
acompaña mis devaneos.
Capto como en una instantánea
la imagen de esa ventana,
que enfrente de mi espera,
sin apuros,
me devuelve
una lámpara tenue,
semi oculta
tras la cortina.
Imagino las escenas
que transcurren
y transcurrieron
en la sala
donde una silueta
se recorta
tras el velo.
Y pienso que quisiera
cruzar la calle que me separa
y contemplar de cerca
la escena imaginada.
Pero no cruzaré,
no golpearé esa puerta;
no afrontaré la decepción.
Sólo cada tanto
volveré,
y me sentaré junto a esa ventana,
no sea que esa realidad
con la que pudiera encontrarme
me enfrentara con la certeza
de que mi anhelo
es sólo eso,
nada.

Pequeña


Pequeño cascabel,
gracioso y juguetón,
que te paseas sin apuros
por el jardín de la inocencia.

Pequeña campanita,
alegre y desprejuiciada,
que te hamacas sin preocupaciones
en el columpio de la vida nueva.

Pequeña castañuela,
simpática y divertida,
que te deslizas sin vergüenzas
en la hendidura de mi deseo.

Pequeña que has venido
para llenar mi vida de color,
para impregnar nuestra casa de tu perfume,
para traer a nuestra vida
un sentido trascendente.

Que no te imponga mis ideales,
que no te impregne de mis prejuicios,
que no te apure con mis tiempos,
y que logre con amor
dejarte ser.

Soledad



Extraviado en los desvaríes
de las noches más angustiosas;
solapado en los decires
de las palabras más expectantes
se encuentra lo que llaman soledad.

Perplejo en los epítetos
de los más variados,
incomprensibles y extravagantes;
en los discursos más arrogantes
se perfila lo que llaman soledad.

Agazapado en los más oscuros,
en los más sórdidos llamados;
impasible de prisas y apuros,
en las demandas más acuciantes
se esconde lo que llaman soledad.

Detrás de cada palabra,
cada decir
cada discurso,
cada demanda,
cada llamado,
se encuentra la más angustiosa,
la más expectante,
la más incomprensible,
la más extravagante,
la más arrogante,
la más sórdida,
la más impasible,
la más acuciante
soledad.

Desiderata


Casi me pierdo
en los desvaríos de esa noche
cuando casi me dejé caer
en los barrancos desesperados
de la incomprensión ajena.

Casi amanezco
deseando que la noche
desausiada
se prolongue
interminablemente.

Pero no me perdí,
no me dejé caer,
no deseé que la noche fuera eterna.

Y desperté,
y amanecí,
y resolví
que no habrá
nadie por quien muera,
nadie por quien renuncie,
nadie por quien llore eternamente.

Y decidí
que si mis huesos finalmente
serán polvo en el viento,
entonces voy a vivir
de modo que valga la pena.

Este cielo de noche

¿Qué ha sido de la noche
que te vio nacer en Belén?
¿Qué ha sido de la noche
que te vio llorar en el Getsemaní?
¿Qué fue de la noche que
te cobijó cuando no tenías donde recostar tu cabeza?
Esa noche es Hoy.
¿Qué fue de la noche
en que caminaste sobre las aguas,
cuando las tormentas te obedecieron,
y se doblegaron a tu magestad?
Esa noche es hoy.

Que esta noche y sus estrellas,
la misma noche que te vio nacer en Belén,
la misma que te vio morir en el Calvario,
sea esta misma noche que se alza en nuestro cielo
y sea la noche gloriosa de tu Resurrección.
He muerto la noche de tu muerte
y he tenido mi propia noche oscura,
y he muerto lo que de mi Ser tenía que morir
para que pudiera dar fruto.
Has resucitado
y hoy resucito contigo.
Esa noche gloriosa es hoy,
porque tu hoy es Siempre.




LUCIANA PALLARES

Oda a la Libertad

Libertad que te escabulles
como recorte de mi cuerpo
en las sombras venideras
de quien ansío ser.
Que te perfilas lejana
en el horizonte de mis días;
que te cantan las melodías
de mis anhelos de ayer.

Libertad que te inmiscuyes
como retoque perfecto
de mis intentos más empeñados
por ser quien verdaderamente soy.
Que condenso en este instante
en que te siento tan mía,
más que mi nombre, más que la vida
y que jamás te dejaré.

Ausencia


¿Va de suyo que las cosas

sean como han sido?

¿Por qué si algo no fue

sigue estando

como una ausencia que más duele

cuanto más presente hace la falta?

Si la falta recuerda

cada día lo que no está.

Si el anhelo del encuentro

persigue como un fantasma.

¿Va de suyo que lo que no fue

no haya sido?

Si parece que la noche

cae como un velo

que recubre de olvido

la ausencia más larga

¿Eterna, tal vez?

de lo que no fue,

de lo que nunca ha sido.

Lazos


Encuentro en la mirada de ciertas personas
un misterio que me invita a descifrar
la cifra que se mezcla en su decir
y que pierde consistencia a medida que es dicha...
Me afano en encontrarme
y más me pierdo,
dejo de buscarme
y me reencuentro...
Huidizo y resbaloso,
leve e indiferente
parece ser el deseo,
que como sortija va y viene,
sortija que se desenlaza
y no deja apresarse...
Lazo que se une,
lazo que me es esquivo,
lazo que me enlaza
y que rehace mi propia
verdad alguna vez desencadenada...

Mi propio camino...

No hay mayor barrera que la que nos construimos alrededor,
ni muro más alto que el que nos levantamos.
Tengo la impresión de que soy un pájaro
que alguna vez estuvo encerrado en su propia jaula de hierro
y ahora vuela libre, desplegándose en su vuelo.
Por qué he de inventarme caminos,
si puedo volar hacia la dirección que quiera,
y luego puedo en un sólo golpe de viento
volver a girar en una dirección nueva,
y siempre estar avanzando...
No tengo más rumbo que el de mi sentir ahora,
no hay mapa de la ruta que sigo,
no hay trayecto que no pueda hacer propio.
No tengo maestros, ni gurús, ni sigo a ningún hombre
que antes haya estado,
pues el camino que elijo aún no se ha andado...
No llevo más compañía que mi alma solitaria,
porque a donde voy nadie me espera
y de donde vengo nadie me ha despedido.
No llevo más que lo puesto,
más tengo mi ser dispuesto
a acompañar a otras almas,
que quieran lanzarse a su propio vuelo,
sabiendo que también su Destino es sólo de ellos.
Sólo estoy en mi camino.
Soy mi propio Destino.