Pequeña


Pequeño cascabel,
gracioso y juguetón,
que te paseas sin apuros
por el jardín de la inocencia.

Pequeña campanita,
alegre y desprejuiciada,
que te hamacas sin preocupaciones
en el columpio de la vida nueva.

Pequeña castañuela,
simpática y divertida,
que te deslizas sin vergüenzas
en la hendidura de mi deseo.

Pequeña que has venido
para llenar mi vida de color,
para impregnar nuestra casa de tu perfume,
para traer a nuestra vida
un sentido trascendente.

Que no te imponga mis ideales,
que no te impregne de mis prejuicios,
que no te apure con mis tiempos,
y que logre con amor
dejarte ser.

Soledad



Extraviado en los desvaríes
de las noches más angustiosas;
solapado en los decires
de las palabras más expectantes
se encuentra lo que llaman soledad.

Perplejo en los epítetos
de los más variados,
incomprensibles y extravagantes;
en los discursos más arrogantes
se perfila lo que llaman soledad.

Agazapado en los más oscuros,
en los más sórdidos llamados;
impasible de prisas y apuros,
en las demandas más acuciantes
se esconde lo que llaman soledad.

Detrás de cada palabra,
cada decir
cada discurso,
cada demanda,
cada llamado,
se encuentra la más angustiosa,
la más expectante,
la más incomprensible,
la más extravagante,
la más arrogante,
la más sórdida,
la más impasible,
la más acuciante
soledad.